Este año, la familia me ha acompañado a unos de mis lugares preferidos, la alta montaña, en Picos de Europa. Llegamos por la tarde a Fuente De, y subimos en el teleférico. Tuvimos mala suerte, una niebla cerrada la tapaba todo. No podíamos salirnos de la pista; se escuchaban truenos en la lejanía. Cogimos las mochilas y comenzamos el camino. Para liarla un poco más, en mitad del camino comenzó a llover. Finalmente llegamos al refugio, donde teníamos ducha y cena puesta; un privilegio que se agradece en la montaña.
A la mañana siguiente me levante tempranito y miré por la ventana, un precioso amanecer me estaba esperando. Cogí todos los trastos y al monte. El sol comenzaba a colorear las montañas.
Tras las fotos de rigor, comencé la búsqueda de las aves alpinas; Cantaba el bisbita alpino, el colirrojo tizón se movía por los alrededores, una collalba gris me dio el primer susto ( sus colores blancos me recordaron al deseado gorrión alpino ). Entonces cantó el roquero rojo, levante la vista y le vi hacer el paracaídas bajando a un típico posadero.
Me alejé un poco del refugio y aparecieron los primeros acentores alpinos, algunos de ellos estaban anillados. Mientras me entretenía con ellos apareció un gorrión alpino, se posó unos segundos y se marchó. El día comenzaba muy bien.
Regreso pasa desayunar y preparar todo para la excursión montañera, lo mejor del viaje estaba por llegar.
Comenzamos nuestro recorrido por las zonas de pastizales juntos a las paredes rocosas, buscando gorriones alpinos, y no tardaron mucho en aparecer.
El primer objetivo estaba cumplido. Seguimos nuestra ruta, el siguiente objetivo era el treparriscos.
Llegamos a un pequeño nevero, y justo al atravesarlo un treparriscos se mueve entre las rocas y la nieve.
Preparo el equipo y mientras alguna se pone a tomar el sol, yo busco al treparriscos. Nos hace varios vuelos y se dejo ver a placer, a simple vista.
Mientras tanto los acentores alpinos son más confiados y se dejan retratar.
Las chovas piquigualdas, tan confiadas como siempre, no tardan en aparecer.
Tras un rato de espera, el macho de treparriscos se posa en una gran roca y se deja ver como nunca lo había visto antes.
El sol esta alto y pega fuerte, las rocas reflejan mucha luz, por lo que decidimos bajar junto a los lagos para descansar en un lugar más fresquito y cómodo.
Parece que salió todo a pedir de boca. Precioso reportaje, ya espero con inquietud esos monográficos que tanto prometen. Enhorabuena Juankar
ResponderEliminarSaludos desde Campoo
Parece que salió todo a pedir de boca. Precioso reportaje, ya espero con inquietud esos monográficos que tanto prometen. Enhorabuena Juankar
ResponderEliminarSaludos desde Campoo
Excelente reportaje, y eso sin meter las fotos del segundo viaje a Picos. Esto promete.
ResponderEliminarQue hermosa ave!!! con un plumaje notoriamente gris como resalta esa linea roja!!
ResponderEliminarPerfecto!
Saludos