
Era imposible hacer digis con la compacta a los falaropos, ya que no paraban un segundo; entonces apareció uno que parecía descansar; y me dije, con este puedo hacer una foto. Se fue acercando y al llegar a la zona donde se movía otro falaropo sucedía algo que me dejó alucinado. El dueño del territorio salió a defenderlo, y comenzó a picotear al intruso; este no tenía fuerzas y lo único que pudo hacer es volcarse y quedar patas arriba. El otro siguió pinchándolo un buen rato, hasta que dejó de moverse; entonces se olvido de él y siguió con su búsqueda de alimento.
Poco duró el falaropo herido, giró la cabeza un par de veces y se quedó flotando en el agua, como una burbuja más.

Bueno, no todo tiene que ser triste, también disfrute de los vivos, y algunos se portaron pero que muy bien.